Escultura que nace del agua “Cola de sirena” instalada en la goleta en la playa de Tavernes de la Valldigna, Valencia.
Cola de Sirena, permaneció en dicho lago bajo el agua durante los 15 días de la exposición.
La verdadera pasión de Bernart Roman es la de exponer en espacios abiertos, donde sus esculturas cobran todo su significado en contacto con el agua, el viento, la tierra, el césped… con la intención de acercar sus obras a los transeúntes que salen de paseo, permitiendo al artista compartir su obra única con seres que no acudirían por si mismos a una sala de exposiciones o galería de arte.
Al contemplar sus esculturas, la mayoría asombrándose a sentir con sus manos
el material único de arena
Arena con magia ... qué no se desvanece ... como los castillos en la playa.
Conocí a Bernat Roman en su etapa de aprendizaje artístico fallero en
Carcaixent.Nuestro vínculo siempre ha sido el mismo: Ber el pincel y yo el lápiz.
Ver una llamada entrante suya implica una charla cercana y familiar de dos amigos
como cualesquiera otros. Eso sí, sabiendo siempre que al final se te va a plantear un reto,
la mayor parte de las veces desconocido. Con Bernat he aprendido que se pueden hacer proyectos de lo más variado, de
fallas oficiales, de hogueras oficiales, de mercados medievales, de ferias de
artesanía, de talleres artesanos, de exposiciones e incluso de rotondas. Algo me dejo, seguro.
Esta amistad ha hecho que, con el tiempo, haya pasado a ser depositario de parte de la su obra.
Todo empezó con los cuadros que cuelgan en mi casa, regalo de boda. Era la
época en la que Ber seguía con sus inquietudes creativas, pero ya inmerso en el
mundo fallero. Sus cuadros combinaban cartón de falla, cuerdas,o pinzas con
sombras y efectos manuales.
Su evolución se ve claramente en las fallas, se adaptó rápidamente al paso del ‘difuminado’
antiguo al estilo del trazo claro y los colores vivos de las nuevas fallas.
Pero dentro de Ber siempre ha estado el moldeador, el escultor.
Primero sus remates falleros, desde los clásicos a los rompedores,
luego a sus entrañables piezas con las que permitía a los pequeños hacer sus talleres; sus búhos, elefantes y demás.
Con esto iba funcionando, pero no se puede frenar una capacidad creativa como la suya, no la puedes aparcar. Y llegó la arena, las pruebas en figuras algo más grandes como fueron sus meninas, o las pajaritas. Ber volvía a sus orígenes, la playa, el mar...la arena.
Cuando el control del material estaba en sus manos llegó el paso final (hasta ahora), las figuras grandes. Su menina, la pajarita, Leonardo, la gárgola y muchas más han hecho que su evolución pase de lo grande en las fallas a lo pequeño en sus figuritas y vuelva a lo grande.
Ahora sólo cabe esperar a saber qué será lo próximo aunque seguramente sea una reunión de amigos ante una mesa. Mantener a sus amistades y hacerles partícipes de sus proyectos es una de sus mejores obras.
Alvar Cortell